lunes, 30 de noviembre de 2009

El primer hombre que me hizo gemir de placer

Cuando tuve mi primer enamorado, nuestras relaciones sexuales eran de lo más aburridas. Yo ya sabía qué era lo que iba a hacer antes de meterla, sabía cómo me iba a besar y hasta sabía dónde me besaría primero y dónde después. Siendo él mi primer enamorado y el primer hombre con el que tenía relaciones sexuales, pensaba que el sexo era eso. Nunca me acostumbré, por lo tanto siempre me dolía cuando lo hacíamos, siempre me quedaba con la sensación de que no había nada interesante y al final siempre tenía ganas de algo más. Yo, que me he masturbado desde que tengo uso de razón empecé a pensar que tenía problemas para disfrutar del sexo ¿nadie me creería eso ahora?

Meses después de terminar con él, un profesor horrible logró convencerme de meterme a su cama. Era casi una niña y caí en el tonto rollo de “vamos sólo a dormir, contigo me siento tan cómodo que sólo quiero dormir” Cuando en la cama yo no quise hacer nada el pobre imbécil salió con que “para qué crees que hemos venido aquí” y me agarró del pelo y me amenazó. Yo pensé que iba a terminar sangrando en el piso, pero como cada vez que me asustó, le di un codazo en el estómago y me puse más rabiosa que temerosa. No pasó nada grave pero la idea de que el sexo era para mí un problema se intensificó.

Afortunadamente las cosas cambiaron. Un tiempo después fui de viaje al Cuzco. Habíamos, entre otras cosas, ido a ver la publicación del libro de un amigo. Él no era nadie en Lima, pero en el Cuzco era una especie de celebridad. Fuimos a tomar unos tragos todos juntos y conocí a algunos amigos suyos, entre ellos un francés llamado Remy. Remy no era el niño enclenque y dulcecito que a mí me gustaba, era un tipo alto y fuerte, de cara dura, tenía unos rasgos que separados podrían verse horribles pero que juntos, como en muchos franceses, andaban tan bien que lo hacían atractivo. Como no era mi tipo, simplemente conversamos y nos divertimos en medio del grupo. No sé cómo esa noche nos quedamos hablando hasta que todos se fueron, intercambiamos ideas, enfrentamos puntos de vista y tal vez el tipo se me hizo un poquito más atractivo. Su hotel quedaba camino al mío así que cuando llegábamos a su puerta me dijo “¿Quieres que te acompañe, o quieres subir a mi cuarto?” Yo, que pensaba que el sexo no era para mí, lo miré y sin dudarlo le dije “acompáñame” pero cuando llegamos a la puerta de mi hotel, antes de despedirme le planté un beso de esos que yo imagino inolvidables.

Al día siguiente sentía que las cosas estaban planteadas, fui directamente a verlo a él, estuvimos tomando juntos y en cuando nos quedamos solos nos empezamos a besar. Yo pensaba que iba a ser muchos besos y toqueteos, pero de alguna manera fui arrastrada hasta su habitación. En mi mente había todavía una pequeña vocecita que me decía que debía detenerme, pero había otra fuerza inmensa que me arrastraba, mientras sentía las manos de Remy dando vueltas por todo mi cuerpo. Sentía cómo recorría mi cuerpo, desde mis tetas hasta mis piernas, jugando entre las piernas apretando mis jeans contra mi cuerpo. Cuando llegamos a su cuarto, el miedo de no disfrutar del sexo, se vio reducido por la emoción del momento. Remy, sin dudarlo, lo hizo todo, yo por más emocionada que estuviera, tenía poca experiencia en mi haber y una parte de mí no tenía idea de qué hacer. Él fue el que me desabrochó el pantalón, y me lo arrancó casi con violencia, él fue el que repasó con su boca y sus suaves dientes mis piernas, él el que metió su lengua entre los dedos de mis pies y él fue el que me terminó de desnudar poco a poco. Recuerdo las cosas como en una fiesta de luces, donde las escenas están fragmentadas por la cortadora. Remy lamiendo mis pies como si se tratase de un sabroso manjar, Remy arrastrando su lengua por mis piernas, Remy mordiendo suavemente mi clítoris, Remy arrastrando su lengua por mi trasero, él oliendo el agujero de mi vagina, él hundiéndose entre mis tetas.
Cuando lo vi desnudo, créanme, no recuerdo cómo pasó eso, el tamaño de su pene me asustó, pensé que no podría entrar en mí por nada del mundo, pero cuando pasó, cuando en el momento menos esperado, sentí su pene atravesándome, no recuerdo dolor alguno, sólo el placer de ser tomada como por un toro bravío, por uno de esos amantes franceses de las películas, recuerdo haberme sentido inundada de él, como si sus manos, su cuerpo y su pene fueran parte de mí y ya no hubiera nada más en el mundo que esa luz amarilla dentro de mi pecho y de mi vientre.

Tal vez esta historia no les parezca tan interesante, pero si algo tengo que agradecerle a Francia y a ese momento es que fue ahí que me di cuenta de que un par de estúpidos casi me hacen tragar el cuento de que tenía problemas con el sexo. Un aburrido y otro más aburrido, uno demasiado metido en sus prejuicios como para dejarme siquiera tocarle el pene y el otro demasiado pedante como para aceptar que era un inútil. No voy a decir que todos los peruanos que me he encontrado han sido un fracaso, eso jamás, pero el primer hombre que me hizo gritar de placer fue Remy, tan francés como en los clichés más tontos.

Esa noche llegué por lo menos un par de veces al orgasmo, cada vez con su propio juego previo, con su nariz paseando por mi cuerpo, con mi cuerpo paseando por su cara, por su pecho, por su pene erecto, las dos veces sentí como su pene me atravesaba hasta lo más profundo de mí y como en su entrar y salir conseguía que el placer recorriera cada fibra de mi ser. A la mañana siguiente, me acompañó a mi hotel, me dio un beso enorme en la puerta y luego cogió su maleta y desapareció para siempre. Nunca más lo vi, jamás me escribió de nuevo, jamás le dije lo que había provocado en mí y jamás hasta ahora acepté que si no hubiera sido por él, yo seguiría pensando que el sexo es para otros.

Hola: si quieres compartir algo conmigo, fotos, dibujos, historias, etc, escríbeme a lulunaluna@gmail.com. También me dices si quieres que lo publique y bajo qué seudónimo (me reservo el derecho de edición)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay hombres bien estúpidos Loona... no saben nada de placer y felizmente estan los otros, como Remy... que rico oye...no guardaste ni una foto de el?

Anónimo dijo...

pues suele pasar a mi tambien me paso! pero no con un frances con un Colombiano, llegue a pensar que era anorgasmica

Publicar un comentario

todos los mensajes son revisados antes de ser admitidos

planetaperu.pe estamos en
PlanetaPeru.pe