martes, 26 de enero de 2010

El despecho

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Lo que me movía eran más la rabia y la impotencia que las ganas de divertirme. Pero ahí estaba, sentada en un bar medio vacío y tomándome una cerveza. Ni el lugar, ni la música me interesaban, yo estaba en el fondo con una depre horrenda. Me di cuenta de que mucho no iba a sacar de esa salida, así que me dispuse a pagar la cuenta. Cuando sacaba mi billetera para pagar el bartender me detuvo, “ese señor de allá, ya pagó su cuenta señorita” (en inglés obviamente). Cuando voltee vi a un hombre maduro, de esos que se nota no fueron espectaculares de jóvenes pero que con la edad han logrado aprender a verse bien. Le sonreí medio sin ganas y empecé a abrigarme para salir. Sólo había bajado la mirada para ponerme la casaca cuando vi al tipo acercándose a mí. Sentí una pesada carga dentro de mí, por un momento pensé en tener que ser amable por alguien que no me interesaba para nada.

“Veo que estás deprimida, nada mejor que una buena conversación para subir el ánimo”, honestamente la frase me sorprendió. He escuchado buenas frases de entrada pero esta me venía a pelo. Así que, como si de un deber escolar se tratase, me quité de nuevo la casaca y empecé a hablar. No tenía la menor intención de ir a la cama con él, así que tampoco me importaba que me viera atractiva. Le solté toda mi historia con Anita, mi rollo romántico sin escenas sexuales ni nada interesante, mi frustración al estar tan lejos de ella y tan estúpidamente enganchada y mi rabia al no poder sentirme libre a pesar de su carta blanca obligatoria. Lo divertido del asunto, es que, aunque tal vez por llevarme a la cama, el tipo parecía interesado en el asunto. No volteó los ojos cuando empecé a hablar de una mujer, no me preguntó si también me interesaban los hombres, no dijo una palabra sobre él, y repreguntaba todo el tiempo para pedirme aclaraciones sobre la telenovela que le estaba contando.

De repente fui viéndolo más atractivo, más interesante y fui teniendo más ganas de meterlo entre mis piernas. No eran, sin embargo, esas ganas que me vienen del vientre, esas locas ganas de meterme una pinga en la chucha (coño, vagina, como quieran llamarle), era más bien esa otra necesidad romántica, quería calentarme con él, sentir su aliento en mi cuello y eso. Sin darme cuenta había empezado a hacerle preguntas, a sonreír coquetamente, a tocarle las piernas “de casualidad”. Así que hice lo que siempre hago en situaciones como esas, me paré y quedé a su altura (eran los asientos altos de la barra) y le planté un beso enorme mientras apoyaba mis manos en sus piernas. Cuando terminé de besarlo me dijo con una sonrisa “de verdad me gusta conversar contigo” yo sólo respondí “si te gusta conversar, piensa cuánto te gustará pasar más rato conmigo”.

Nos abrigamos y salimos juntos, me llevó a su auto y en cuanto subí al carro me di cuenta de que aquí en Austria no vivía sola, no podía simplemente pasar la noche en otro lado, así que en vez de ir a la puerta delantera, me acerqué a la de atrás. “estoy en un hotel” me dijo, como tratando de explicarse. “¿No quieres hacer una fantasía mía realidad?” Entonces todo un caballero, abrió el asiento de atrás y me dejó pasar, prendió el carro para que empezara a funcionar la calefacción y luego se pasó atrás para sentarse a mi lado. Dentro del auto se sentó y me miró volteando la cara, como preguntándome ¿y ahora qué? Me di cuenta de que iba a tener que seguir llevando la batuta. Empecé a besarle el cuello y desabotonarle la camisa (sin quitarle la casaca porque estaba un poco frío dentro del carro), bajé a su cintura con mi boca y me fui acercando tranquilamente al cierre de su pantalón, empecé a bajarlo y sentí el olor a semen que ya afloraba, su pene estaba completamente erecto, volteé durante un segundo y vi que tenía la cabeza para atrás y la respiración mucho más rápida. Su pene duro, circuncidado, estaba parado y ya empezando a gotear. Pasé la lengua una vez y sentí un sabor dulzón que a veces encuentro en los penes y que tanto me gusta. Pasé mi boca por sus testículos y luego metí su pene completo en mi boca. Cuando hice eso, sentí como se retorcía y su mano fue a mi cabeza. Empecé que subir y bajar mientras mis manos acariciaban sus testículos humedecidos por mi saliva. Él había empezado a gemir suavemente y se movía de atrás a adelante como si me la estuviera clavando. Yo de vez en cuando lo sacaba de mi boca para pasar mi lengua por el largo del pene, moviéndola como si de una serpiente se tratase. Luego volvía a meterla, así podía prolongar ese placer que estábamos viviendo. Más tarde me di cuenta de que sacar mi boca era ya estúpido, él se contorsionaba más rápidamente y empezaba a perder el control de sus movimientos. Sentía su pene bastante adentro en mi garganta cada vez que entraba y sabía que pronto llegaría, entraba y salía entraba y salía hasta que explotó, sentí todo ese líquido viscoso y delicioso en mi boca. De un bocado me lo tragué y le sonreí.

Cuando se recuperó me dijo “juro que yo no esperaba esto” yo sólo le dije “juró que yo tampoco esperaba encontrar alguien que me escuchara hoy” Cuando regresé a casa mi padre estaba dormido, así que no hubo problemas con él. Menos mal, Me pregunto, ¿lo volveré a ver? Sólo ahora me doy cuenta de que ni siquiera le pregunté su nombre.

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lunes, 25 de enero de 2010

cartas con Anita

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Querida Anita,
Perdona por no haberte escrito antes, esta ciudad pequeña tiene tantas y tantas personas que hacen cola para verme. Mi padre me lleva de un lado a otro y todas las personas que conozco me llevan por lo menos treinta años. Si al menos tú conocieras la ciudad, tal vez podrías decirme qué hacer o a dónde ir, pero supongo que es imposible para mí, porque lo poco que sé de alemán no me sirve de mucho aquí. El otro día compré unos zapatos y para hacerme entender con la vendedora utilicé una horrible mezcla de alemán, inglés y español que casi me hace comprar dos pares de zapatos en vez de uno, y para colmo estos germanos no tienen ni la menor idea de lo que es la yapa, elegante forma de ser amable con un comprador, aquí NADA es gratis, nada te viene de más, nada es amablemente convidado, con la extraña excepción del agua de caño “leitungswasser”
Lo peor de todo es que no estás aquí, no puedo oler tu cuerpo, no puedo enredarme en tus pechos, ni sorber el suave líquido de tu pubis. Te extraño cada mañana que despierto húmeda porque he soñado contigo, cada tarde que tu recuerdo hace que mi mano empiece a tocarme, cada noche que espero que llegue para poder soñar con tu cuerpo apretado al mío.

Te extraño
Lucía

Querida Lucía:
Sé que el amor para la mayoría es una cosa romántica y encantadora, para mí no. Lo siento mucho. El amor para mí es cuerpos sudados y una buena conversación luego del sexo. No esperes que te escriba a diario, ni siquiera una vez a la semana, no esperes que sueñe contigo, ni que te ame con locura, no esperes que piense tanto en ti que no me acueste con otros. Te extraño, lo admito, a veces me encuentro con tu olor en las sábanas y siento una necesidad casi orgánica de apachurrarte. Pero de ahí a ese afecto obsesivo, por favor, no me obligues a ser amable inventando ese tipo de cosas. Cuando vuelvas te iré a recibir al aeropuerto, y te llevaré a mi departamento y te desnudaré por completo sin que lo sientas y te haré el amor con todo mi corazón, pero mientras estés lejos, déjame olvidarte por un rato y no amarte de esa manera.

Un beso

Anna

He escrito estas líneas para que comprendan de qué manera me siento ahora. No sólo sin Anita y sin mi patria, si no que prácticamente libre de ataduras, con la posibilidad de tirar con quien quiera y sin poder si quiera comprender el idioma. Así que en cuanto recibí la carta y superé el shock del primer momento, me acerqué a mi padre y le dije “Sé que ha sido muy lindo y muy educativo salir juntos todos estos días, pero necesito urgente una buena noche de juerga” mi padre me miró con cara de “habla más lento” así que hice el gesto respectivo y le dije “quiero tomarme unos tragos”. Él sonrió y empezó una frase con “nosotros…” y yo lo detuve: “no papi no, nosotros no, nosotros de día, ahora necesito ir sola ¿a dónde voy”.

Después de una media hora de conversación de sordos, por fin logré que me dijera como llegar a un Irish pub cerca de nuestro departamento. Así que me puse la mejor ropa que había traído (luego la tapé con una horrible casaca, chalina, guantes y gorro) y salí a divertirme ¿qué tal si mañana les cuento qué pasó.

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martes, 5 de enero de 2010

El boy

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 Tenía yo 27 tacos, ganas de ganar dinero y se me ocurrió ponerme en contacto con una agencia de chicos. Quedé con el dueño para una entrevista, charlamos, me preguntó por que no me dedicaba a los hombres que había más trabajo, le dije que no que no me interesaban, que no estaba tan necesitado. Me hizo desnudarme, y masturbarme. Cómo le convencí totalmente, me puso el primero de la lista. Me comentó que las principales clientas eran señoras extranjeras en los hoteles y despedidas de soltera en chalets de la sierra donde íbamos varios chicos y chicas de otra agencia de una amiga, hacíamos un show en directo y luego ya negociabamos allí si querían algo más con la novia, o alguna en particular, o todos en conjunto.

El sábado siguiente me llamó para una despedida en Las Rozas, íbamos una chica, otro chico y yo, teníamos que pasar por el local para que nos diera las señas , recoger preservativos que siempre nos proveía y conocer a los otros chicos. Allí me presenté a las once de la noche pensando en donde me había metido, que pintaba yo en todo eso, si no daría la talla, si me iba a poner nervioso, imagínate. Pero cuando vi al otro chico, Diego, se me subió la moral, no era ni para tirar cohetes, un tio normal, un poco cachas pero nada del otro mundo, yo modestamente le daba mil vueltas.

Vicky, la chica, terminó de subirme la moral, era argentina, muy guapa de cara, con su pelo caoba, muy risueña y habladora y aunque menuda tenía un cuerpo de escándalo. En seguida congeniamos, comenzó a piropearme y a darme ánimos, prometió ayudarme en todo en mi primera vez. Yo no paraba de pensar que en apenas unas horas estaríamos desnudos follando como locos delante de unas chicas, lo cual me provocaba una mezcla de morbo y nerviosismo muy agradable.

En el coche comenzó a explicarme con total naturalidad, Diego ya había hecho más sesiones con ella , que es lo que íbamos a hacer: Al ritmo de Joe Cocker en Nueve semanas y media comenzaría un streap-tease entre nosotros dos a la vez que nos iría desnudando y tocando lentamente mientras nosotros acariciabamos su cuerpo. Insistió mucho en que mirásemos a las chicas a los ojos mientras lo hacíamos, como si fuera a ellas, que eso las ponía muy cachondas.

Luego ella iría tomando la iniciativa improvisando según como nos fueramos excitando. Yo te puedo jurar que ya estaba totalmente excitado en el coche. Y me advirtió que estuviera muy pendiente de sus gestos e indicaciones al oído...

Por fín llegamos al chalet. Mis piernas comenzaron a temblar sin poder remediarlo. Vicky me cogió de la mano. Dentro nos esperaban seis chicas más nerviosas que yo. Las presentaciones las hizo la dueña de la casa, una morenaza de quitar el hipo, esta si tenía mucha sangre fría y una mirada que te desnudaba. Nos presentó a la homenajeada, una chica menudita, muy risueña y cortada. Las otras chicas tambien eran muy majas, se mantenían en un segundo plano, cuchicheaban y se reían entre ellas.

Nos invitaron a una copa, charlamos un rato de trivialidades y por fin nos dedicamos a lo nuestro. Todo marchaba según lo previsto, comenzamos el streap-tease, la verdad es que nos estaba quedando bastante bien y sin haber ensayado, yo copiaba en todo a mi compañero. Poco a poco nuestras ropas fueron desapareciendo, la poca luz del salón daba un toque de sensualidad sobre nuestros cuerpos. Al final de la canción quedamos los dos de pie en ropa interior y Vicki de rodillas en el suelo con sus manos en nuestros sexos. Las chicas aplaudieron y nos jalearon entre risas, la morena era la que más nos azuzaba:- Vaya culos! Eso si que son paquetes!

Vicky comenzó a masturbarnos sobre la tela yo fije la vista en los ojos de la morena. La tía no me sacaba ojo de encima, parecía que era ella la que me estaba sobando la entrepierna. Entre su mirada lasciva y la mano de Vicky mi cuerpo comenzó a reaccionar poderosamente. Vicky me miró y me guiñó un ojo sonriente. -Daros la vuelta- susurró. Le hicimos caso y ella se puso tambien frente a nosotros. Comenzó a bailar frente a cada uno de nosotros a la vez que nos bajaba el slip. Una vez quitado se llevó nuestros miembros a la boca, primero uno y luego el otro. La pitada fué sonora: -Daros la vuelta, ehhhh, queremos ver! Los dos al unísono nos giramos con nuestras pollas totalmente tiesas apuntando a las chicas. Como puedes suponer, algarabía general, la que no abría los ojos como platos, los cerraba y se tapaba con las manos. Pero en seguida todas estaban como hipnotizadas sin pestañear viendo como Vicky nos acariciaba de arriba abajo y nos chupaba con destreza.

Yo estaba cachondo como un semental, con una tía amorrada a mi polla y otras seis contemplando el espectáculo, te puedes imaginar. Yo no podía retirar los ojos de la morena, su mirada me hipnotizaba, era como si sintiera sus labios sobre mí, era una mirada que te follaba, no había sentido eso nunca. Vicky paró de comérnosla y tirando de nuestras pollas nos llevó hasta las chicas: -¿Alguna se anima? ¿La novia quiere probar? dijo acercándolas a su cara y golpeándole las mejillas con ellas. La chica rehusó entre risas, como haciendo ascos. -Vamos, ¡que se la chupe, que se la chupe, que se la chupe!, cantaban sus amigas excitadas. Ella escondía su cara colorada entre las manos diciendo que no, sus amigas insistían una y otra vez. Poco a poco su resistencia iba desapareciendo hasta que lenta y tímidamente se atrevió a cogerlas en sus manos. Unas manos dulces, suaves y cálidas que pusieron nuevamente en guardia nuestras herramientas. Al final conseguimos arrancarle un besito en la punta de nuestros capullos, un beso tierno y casto si se puede considerar así un beso en esa parte.

Vicky comenzó a vacilar un poco con ella, que si ella se lo perdía, que era su última oportunidad de probar otras pollas, que se arrepentiría toda su vida... Con sus manos aferradas a nuestros sexos se pasó por todo el grupo como ofreciendo un micrófono a ver si alguna se animaba. Yo estaba deseando que la morena de mis sueños se lanzara a por ella pero no, cuando me di cuenta estaba siendo succionado ferozmente por otra de las chicas, una rubita con muchas tetas en la que no me había fijado especialmente. Joder la niña que boca, no se cortaba un pelo, sus amigas y nosotros estábamos alucinando. Vicky le sacó mi polla de la boca y le introdujo la de Diego. -Deja un poco para mí dijo y continuó ella en primer plano pegada a las caras de las chicas boquiabiertas.

De nuevo nuestra compañera haciendo de maestra de ceremonias nos llevó hacia el centro del salón y se tumbó en la mesa baja mientras decía -¡comedme! Diego se lanzó a por sus tetas y yo bajándole el tanga me entregué totalmente a su coñito sabroso, dio la casualidad que cada vez que levantaba la vista me encontraba con los ojos de mi amiga la morena que no perdía detalle. Yo comencé a mirarla como dedicándole la comida a ella. Me propuse ponerla nerviosa con mis miradas a la mujer de mirada morbosa e inquietante.

Vicky se levantó y tumbó a Diego en la mesa, tras ponerle un preservativo se sentó sobre él y comenzó a cabalgarlo. Yo de pie acerqué mi polla a sus labios y me dejé hacer. Continuaba mirando con deseo a la chica de mis sueños como queriendo traspasar su boca lujuriosa. -Esta no se me escapa- me dije a mí mismo.

Las chicas, excitadas no perdían detalle de la escena que se desarrollaba a escasos palmos de ellas. La temperatura en el salón aumentaba por momentos. Sólo se oían nuestros jadeos y los gemidos de Vicky cada vez que saltaba sobre la polla de Diego. Ahora era mi turno, nuestra compañera se levantó, me tumbó a mí en la mesa y con destreza me colocó un preservativo con la boca. De espaldas a mi se sentó sobre mi polla con sus piernas bien abiertas de frente a las chicas.

- ¿Alguna quiere ser la siguiente en ser follada? -dijo Diego paseándose rampante delante de ellas. De nuevo las risas, las miradas, los empujones, todas lo deseaban pero ninguna se atrevía a dar el primer paso. Diego se acercó a la más atrevida que antes había jugueteado con nosotros y tomándola de la mano le ayudó a levantarse. Ella, remoloneando y haciéndose la sorprendida, se resistía sin fuerza entre risas. Diego tomó su mano y la llevó a su polla. No hizo falta insistir mucho pues ella se aferró al instante al instrumento.

-¿Quereis ver cómo me follo a vuestra amiga? dijo Diego mientras sus manos acariciaban sus tetas voluminosas y su trasero. -Venga Elena, fóllatelo, gritó la morena, aprovecha la ocasión, dijo entre risas. Elena sin apenas darse cuenta por la excitación ya estaba casi desnuda. Diego había sacado uno de sus pechos por encima del sujetador y lo estaba saboreando en su boca. Ya le había bajado los vaqueros hasta media pierna y sus manos exploraban bajo sus braguitas.

Las chicas observaban absortas con envidia a su atrevida amiga que ya perdido el pudor del primer momento se había lanzado de lleno a la lujuria. Diego la tenía de pie contra la chimenea follándola por detrás mientras con sus manos masajeaba sus cimbreantes tetas. Elena no paraba de gemir excitada. Al observar la escena, azuzado por ella, agarré a Vicky por las nalgas y elevándole los muslos en el aire comencé a bombearla impetuosamente digno de la mejor escena porno. Ella se recostó sobre mi pecho, su cabeza junto a la mí y me susurró al oído: -Sigue así Pedro, que rico, me estás matando. Mientras con sus dedos se masturbaba fieramente.

-Quiero darte por detrás- susurré mientras me escabullía. De pié los dos, me puse tras ella, entrando en su cuerpo con facilidad, agarré sus brazos llevando sus manos a mi culo donde clavó sus uñas para espolearme más. Así, en esta posición, podía contemplar a nuestras amigas, sus rostros, presos de la excitación, sus miradas de deseo. Me concentré de nuevo en la morena, cada una de mis embestidas iba dedicada a ella, la estaba follando con la mirada.

Ella estaba sentada al borde del sofá de tal manera que sus amigas no podían advertir que había bajado una mano hacia su entrepierna y comenzado a acariciarse disimuladamente mientras clavaba sus ojos inyectados en lujuria en mí...

- Me quiero follar a la morena, ayúdame. Susurré en el oído de Vicky mientras le embestía con furia.
- Tranquilo, ya la tienes, mírala, te come con los ojos. Está a punto de caramelo, mira como se toca.

Vicky tenía razón, la chica estaba totalmente absorta, sus piernas entreabiertas, su mano recorría su entrepierna sobre su vaquero. Me separé súbitamente de Vicky y me acerqué a ella con el arma cargada. La tomé de la mano levantándola del sofá. Con mi mano abarcando todo su culazo la atraje hacia mí y la bese golosamente en la boca.

Ella se pegó a mí como una lapa de tal forma que sus muslos aprisionaban mi polla y comenzó a moverse sensualmente, frotándose contra mí. Sus manos suaves y cálidas acariciaban mi espalda y bajaban hasta mi culo.

-¿Quieres que te desnude? pregunté. -Lo estoy deseando, susurró con ojos brillantes de deseo. Ven.

Me tomó de la mano y me sacó del salón escaleras arriba hasta llegar a un dormitorio. Una vez allí se abalanzó sobre mí, comenzó a besarme, mejor dicho a comerme, sus manos recorrían todo mi cuerpo con avidez y desesperación. -Quiero que me folles, quiero que me trates como una guarra, soy tu puta, destrózame, vamos, no tengas piedad, hazme todas las guarradas que quieras, fóllame como te follabas a tu amiga.

Mientras decía esto se arrodilló y se apoderó de mi polla con su boca. Yo estaba fuera de mí, sus palabras resonaron en mi mente sacando el animal que había en mí. La levanté de nuevo, arranqué su blusa haciendo saltar los botones. Le di la vuelta pegándome a ella por la espalda. Mientras mordía furiosamente su nuca, con mis manos soltaba sus pantalones y las deslizaba por dentro, sobre sus muslos comenzando a bajarlos. Estábamos sudorosos y acalorados, jadeantes. Ya la tenía casi desnuda, solo sus braguitas realzaban su cuerpo elástico de niña bien.

La tiré de espaldas en la cama, con mi manaza agarré su braguita y se la arranqué de un tirón. -Ya eres mía, zorra, te voy a hacer disfrutar de lo lindo, prepárate que te voy a follar como nunca lo han hecho esos niñatos con los que sales. No te vas a poder sentar en una semana. Mientras decía esto levanté sus muslos y tiré de ella atrayéndola hacia mí, abrí bien sus piernas y hundí mi boca en su rajita, la tome fuertemente por la cintura y la levanté en volandas boca abajo.

Ferozmente, comencé a devorar su coño que sabía a gloria, ella se aferró a mis caderas para no resbalar y comenzó a lamer mi polla, en una posición de 69 de pie de lo más difícil, pero excitante. Sacando fuerzas de no sé donde, espoleado por la situación, le di la vuelta en el aire todavía hoy no sé cómo y me deslicé dentro de ella. Comenzó a jadear como una perra en celo agarrada a mi cuello y mordiendo mi boca yo dejaba caer su culo sobre mi polla una y otra vez embistiéndola cada vez más profundamente.

-¿Te gusta que te follen así, guarrilla, te encanta que te empalen?, a que sí. Le gruñí al oído. -Sí, clávamela bien al fondo, joder cómo te siento, me encanta. Mis piernas comenzaron a flaquear y la dejé caer sobre la cama. Agarré su cabeza y la llevé hacia mi polla. -Vamos, cómetela, saboréala, está llena de tus jugos, déjala bien brillante, así, me gusta tu boca, sabes cómo usarla, se nota que te has comido muchas pollas, a que sí mi putita -Sí, dámela toda, quiero comérmela, ummmmmmm, me encanta como sabe.


-Vamos perrita, ponte a cuatro patas, enséñame ese coñito jugoso, te voy a perforar, dije mientras me subía de pie sobre la cama y doblando ligeramente las rodillas me introduje de nuevo en su sexo salvaje. Comencé a saltar brutalmente follándola sin descanso. Ella gritaba como una posesa, agarrada a mis tobillos. Mis manos se clavaban sobre su grupa y cabalgaba ciegamente. Mi amante se desplomó de bruces sobre la cama. Yo pegué mi cuerpo al suyo, cogí sus manos con las mías y separé sus brazos de su cuerpo sin parar de follarla, nuestros sexos eran puro fuego. Me sentía totalmente dentro de ella, llegando hasta el final, su vulva se cerraba sobre mí en un abrazo espasmódico. Su culo me empujaba hacia atrás como queriendo meterme más y más dentro de ella. Sus gritos se volvieron aullidos primero y luego gemidos de placer. Cayó totalmente extenuada sobre las sábanas con la respiración entrecortada y sin aliento.

No sé el tiempo que estuvimos allí pero los asaltos fueron continuos y brutales. Al final salimos de allí totalmente escocidos pero satisfechos y con un buen dinerito en el bolsillo. Claro que también lo hubiese hecho por placer.

Esta historia es de un amigo de facebook,  Boquita de Beso. Muchas gracias por tu histora

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lunes, 4 de enero de 2010

Año nuevo 2010, Anita. Continuación

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Me eché a su lado mientras ella se recuperaba. Tenía una sonrisota enorme en la boca y su pecho todavía subía y bajaba agitadamente. Cuando recuperó el aliento volteó y me preguntó que por qué me iba a Austria,



-Nada, le dije, es un trato con mi papá. Él me mantiene, y yo trabajo en recuperar el tiempo perdido dos meses al año allá en su patria, por eso saqué el pasaporte, ¿te acuerdas?



- ¿Y cuándo viajas?



- El 13



- Entonces no tenemos tiempo qué perder



Se volteó para sacar algo de su mesa de noche y lo que vi fue algo que sólo había visto en fotos hasta ese momento: un dildo doble. Sin apoderarse de mí, ni tirárseme, ni volverse loca, me lo mostró como quien muestra una rosa: “Quiero que entiendas que esto es un acto de amor, ahora puedes irte si quieres, pero si te quedas tienes que entender que es un acto de amor” Yo no estaba preparada para una cosa como esa. Estuve a punto de pararme e irme pero todo lo que habíamos vivido pasó por mi cabeza y me di cuenta de que tenía al frente una mujer maravillosa. Así que en el mismo nivel de romanticismo, le di un beso a su dildo y me recosté.





Entonces ella pasó una de sus piernas sobre mí y se acomodó para montarme. La tenía sobre mí, con las piernas abiertas y con un dildo doble, rosado, hermoso, la tenía sobre mí en pleno acto de amor. Acercó su boca y me besó, y yo llevé mi mano detrás de su cuello y la apreté como para que no se me escapara. Llevó una de sus piernas entre las mías y frotó su muslo contra mi pubis. Sentí su pecho contra el mío así que bajé la mirada para vernos. Desde donde yo estaba, podía ver nuestros dos pares de tetas bamboleándose, nuestras dos barrigas juntándose llenas de sudor, y abajo ahí donde ya no podía ver, intuía nuestros sexos jugando a apoderarse el uno del otro. Cuando se sintió húmeda, Anita se agachó y humedeció mi sexo con su lengua (aunque realmente no lo necesitaba) Luego cogió el dildo y puso la punta de éste en el inicio de mi agujero, y presionó ligeramente. Un gemido escapó de mí. Luego lo sacó y lo volvió a meter, está vez ligeramente más adentro. Otro gemido vibró en mi boca. Siguió haciendo esto con tranquilidad hasta que la mitad del dildo estuvo dentro, luego sin hacerse el mismo trabajo para sí, se hundió la otra mitad en un segundo. Fue extraño sentirla tan cerca, sentirme inundada por dentro y al mismo tiempo sentir esa suave piel, ese olor embriagador. Nuestro dildo, no era como ese que yo tenía, que me hacía compañía y me satisfacía cuando estaba sola, éste por el contrario, me unía a Anita uniendo nuestros jugos, apretando nuestros sexos, haciendo que nuestras manos estén libres para obrar en nuestros cuerpos. Así mientras nos frotábamos, mis manos acariciaban ese trasero hermoso que adoré desde el principio y ella chupaba mis tetas como bebiendo sabia de mi cuerpo. Nuestras caderas iban y venían y mientras yo sentía algo en mi cuerpo que no había sentido antes. Explotamos en una bomba enorme, cuando terminamos yo tenía a Anita todavía sobre mí, sudando y vibrando, agitada todavía y con su pelo sobre mi hombro. Ese dildo nos convertía en un solo ser mitológico con cuatro piernas y cuatro brazos. Fue sólo ahí cuando comprendí a qué se refería con “acto de amor”.

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domingo, 3 de enero de 2010

Año nuevo 2010, Anita

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A la mañana siguiente llamé a Anita por teléfono y me contestó como si nada hubiera pasado. Yo que esperaba la clásica niña escandalosa que me iba a hacer sufrir por una semana sin contestarme para finalmente aceptar salir conmigo como si yo le debiera algo. La verdad me hice problemas por gusto. No nos vimos hasta después de Navidad, pero estuvimos hablando por teléfono. Me dijo para hablar por Messenger pero casi nunca tengo tiempo para entrar y con la navidad y la visita a los parientes casi no anduve conectada.



Cuando por fin nos vimos, estaba amable y parlanchina. Su voz suave y dulce, también podía ser dicharachera, ácida, con tonos altos y bajos y juguetona a más no poder. Hablamos durante horas con una pizza entre nosotras y una botella de vino, hablamos tanto que cuando vi por la ventana y ya estaba amaneciendo. Me llevó en su carro a mi depa y antes de subir me dio un beso suave y pequeñito, tan suave y tan pequeñito que pensé que algo andaba mal.



Durante esos días entre Navidad y año nuevo nos vimos casi todos los días, salíamos más que nada a conversar, a ver una película o simplemente a caminar. Y al final era simplemente un beso y un chau. Yo estaba empezando a desesperarme, ¿dónde estaba esa locura de la que casi me había sentido enamorada?, ¿acaso había yo hecho algo malo que la había hecho desaparecer?



Si yo había hecho algo, eso tenía que ser borrado. Para año nuevo, como era de esperarse, salí con ella. Fuimos a un bar en el centro de la cuidad, en plena Plaza San Martín, la plaza más importante de Lima, luego de la mayor. No duramos ahí mucho después de la media noche, luego nos fuimos a otros distritos de la ciudad, Anita quería pasear por todo Lima y la verdad yo también. Frente al mar, en el mirador de Barranco, ella respiró profundo y me dijo “espero no te moleste te haga pasear por toda tu ciudad, es así como yo siento que la disfruto más”; “No te preocupes, es rico verla así poco antes de desaparecer de ella por dos meses”. Su cara me asustó, tuve que explicarle que viajaría a Austria en enero, pero que sólo sería un par de meses, entonces fue cuando se acabó el chiste. Anita me cogió de la mano, me llevó hasta el primer taxi que encontró y me llevó hasta su departamento. En el camino estaba ansiosa, hasta enojada, tanto que no me atreví a decirle nada. Pero cuando llegamos al depa y me empezó a besar sentí que debía aclarar las cosas.



Te vas a Austria, me dijo, y yo perdiendo el tiempo con romances estúpidos. En ese momento comprendí todo, la abracé de la cintura y empecé a besarla. Esta vez no iba a permitir que no me dejara disfrutar de ella. Le besé el cuello, mientras le apartaba las manos de mí. Ella luchaba por apoderarse de la acción pero yo estaba tan ansiosa y desesperada que saqué fuerzas de donde no existían. La tiré a la cama y me perdí en su cuerpo. Recorrí y besé esas tetas que me había imaginado tantas veces, olí esa barriguita que había abrazado fingiendo que no me importaba, metí mis manos en ese culo que me volvía loca desde la primera vez que la vi alejándose de mí y hundí mi nariz y mi lengua en ese pubis dulzón y maravilloso que había estado tantas veces prohibido para mí. Después de un rato pude sentirla reventar en un orgasmo maravilloso y por fin sentí el placer de darle placer a esa mujer que tanto me había dado en la cama, que tantos sueños húmedos me había regalado y que tanto había alucinado.



Me eché a su lado mientras ella se recuperaba. Tenía una sonrisota enorme en la boca y su pecho todavía subía y bajaba agitadamente. Cuando recuperó el aliento volteó y me preguntó que por qué me iba a Austria,



-Nada, le dije, es un trato con mi papá. Él me mantiene, y yo trabajo en recuperar el tiempo perdido dos meses al año allá en su patria, por eso saqué el pasaporte, ¿te acuerdas?



- ¿Y cuándo viajas?



- El 13



- Entonces no tenemos tiempo qué perder...

Esta historia no está completa, pero prometo mañana contarles lo que falta. Hoy tuve un problema.


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