En estos días dos personas me han preguntado sobre mi relación con las mujeres, y una si he tenido tríos sexuales, lo que los franceses llaman menage a trois. Y entonces decidí contarles esto… Aunque no sin antes advertirles sobre mi certificado de veracidad. Yo voy a contarles historias sobre penes enormes y mujeres voluptuosas, voy a contarles sobre relaciones sexuales que terminan en maravillosos orgasmos y hermosos chorros de semen. Pero también voy a contarles las historias tristes de la realidad humana, esas en las que el sexo funciona bien por partes, en las que el pene no es tan grande y uno termina llorando, en las que las mujeres son maravillosas pero también unas perras basuras, en las que los hombres hacen esfuerzos sobrehumanos para lograr satisfacernos y lo único que logran es un buen momento de voyerismo. Y esta es una de esas historias.
Dante era el tipo más insoportable de la facultad, se sentía todopoderoso, increíblemente inteligente y capaz de todo. Tenía una novia con la que no se entendía bien si estaba o si ya había terminado y tenía la capacidad de contar su lado de la historia de tal manera que tú no podías evitar ponerte del lado de la otra (claro que una vez la conocí y parecía la versión femenina de él, pero eso es otro asunto). Además era medio gordito, blanquiñoso sin gracia y con un movimiento nervioso en el cuerpo que a mí me reventaba.
Carmen era la chica rica de la facultad, nadie la tomaba realmente en serio y había tenido bastantes problemas por su facilidad para llegar a la cama con los chicos. A mí me tenía loca, porque realmente era la chica rica de la facultad. Era pequeñita y mestiza, su pelo era larguísimo y los rasgos de su cara eran simplemente perfectos. Ojos grandes, nariz delgada y fina y unos labios que si no gruesos bastante expresivos. Además era la mar de coquetería y coqueteaba conmigo sin reparos aún sabiendo que a mí me gustaban las chicas. Y, aunque la sintiera superficial y poco hábil para las relaciones estables, me provocaba esa fascinación que provocan las chicas que saben usar el sexo para su provecho personal.
Una noche, para el final de ciclo, Dante nos invitó a todos a su departamento, llevamos mucho trago y, aunque Carmen no paraba con nosotros, también fue. Dante también estaba embobado por ella, y aunque era obvio que jamás la tomaría en serio, moría por un buen polvo con ella. Carmen no tomaba alcohol, y suponiendo que no le haría daño tomar muy pero muy poquito, decidió comprarse un wine cooler. El wine cooler es uno de esos vinos que saben más a fruta que a vino y que tienen el contenido alcohólico de la cerveza. Y claro, el hecho de que el wine cooler pudiera ponerla tan borracha como un vaso de cerveza era algo que Carmen no sabía en lo absoluto. Del principio de esa noche, recuerdo casi nada; por ahí Carlitos se quitó los zapatos y todos gritaron al ver sus horribles pies de uñas largas, también recuerdo que jugamos cartas o algo y recuerdo que Quispe contaba alguna historia absurda sobre lo buen amante que era. Lo que sí recuerdo claramente son los ojos de Carmen torneando y mirándome frescamente, obvio efecto del alcohol. Yo, con mucho más trago en la cabeza y la certeza de que jamás me iba a ligar con ella, coqueteaba como un perfecto caballero, halagando su pelo, su gracia, sonriéndole y dándole besitos volados luego de cada trago de cerveza. Por otro lado, Dante, mucho más audaz, la tenía abrazada y le hacía caricias en el cuello “distraídamente” y también soltaba sus “piropos” diciéndole lo rica que estaba y otras cosas por el estilo. También él se dio cuenta de mis coqueteos con ella, así que propuso un trío de la manera más natural del mundo, pero todos nos reímos como si fuera la cosa más absurda.
En un momento me paré y pregunté dónde estaba el baño, Dante me dio direcciones y cuando me paraba para ir, Carmen se paró y dijo “voy contigo”. En el baño, orinamos una frente a la otra como dos amigas comunes y corrientes y cuando ella se lavaba las manos yo, más por curiosidad que por alguna intensión ulterior le pregunté ¿te atreverías a besar a una mujer?, Carmen sin responderme se me acercó, me plantó un besote enorme en la boca y luego con una sonrisa súper coqueta me dijo “creo que sí” y salió del baño.
Cuando salí del baño, estaba tan excitada que estaba dispuesta a todo, “Carmen, ¿por qué no te quedas a dormir en mi casa?”, le pregunté “Estas loca, Lucía, no puedo, ni siquiera puedo llevarte a mi casa, mi mamá me mata si cambio de planes a última hora” Yo no estaba dispuesta a posponer esto que estaba a punto de reventar dentro de mí y tampoco estaba para sutilezas así que me di cuenta de que sólo tenía una opción y era llevarme a Carmen a la cama de Dante. Así que me paré, me senté en las piernas de él y le dije, ¿querías un trío? Pues aquí lo tienes. Lo besé en la boca y luego jalé a Cármen y la besé a ella.
En menos de dos segundos nuestros amigos estaban fuera de la casa y nosotros en la cama de Dante. Él se recuperó de toda su desesperación en el cuerpo de Carmen y prácticamente se la metió sin preámbulos. Yo, mientras me desnudaba, los veía. Dante demostró ser tan mediocre en la cama como en el resto de sus relaciones personales. En menos de 15 minutos la había dado unas 5 veces y pretendía seguir, sentía que era una especie de perro superdotado que pretendía hacer de Carmen una perra sin gracia. En un momento se acercó a mí y me besó, yo le devolví el beso sin ganas y dejé que intentara metérmela. Estaba tan excitada de ver a Carmen desnuda y húmeda que Dante pudo entrar y tener sus dos minutos de placer. Lo dejé terminar casi sin inmutarme y mientras él se recuperaba, voltee mis ojos, mis manos y mi cuerpo a la mujer que me había traído loca por tanto tiempo. La cogí del cuello y ella entreabrió los labios para preparar su cuerpo para mi beso, pero yo no empecé por sus labios, le besé la cara, los ojos, me enredé en su pelo y luego fui lentamente por su mejilla hasta que por fin me encontré con esos labios que hablaban como ojos mientras miraba a esos ojos cerrados, que tantas veces me habían hablado como brazos abiertos.
Luego nada importó, Dante satisfecho con el trofeo de haber estado en un trío se sentó a un extremo de la cama a observarnos y yo me hice del primer cuerpo femenino que se abría completamente a mí. Nada me iba a quitar el placer de disfrutarla. Bajé lentamente con mi lengua por su pecho hasta llegar a sus tetas, redondas y fuertes pero de una textura suave que yo no había sentido jamás en un hombre. Me inundé de su leche imaginaria, mamando de ella mientras la sentía retorcerse y gemir como loca. Jugué con mi lengua en su pezón, suavemente, pero moviendo la lengua para que sintiera esa ligera punzada que yo sé que se siente cuando manipulan ese botoncito. En un momento estaba tan ensimismada en su belleza que apoyé mi cabeza en su pecho solo para olerlo. Luego empecé a bajar para hundirme en su pubis, olía su cintura fina y aterciopelada y me disponía a bajar cuando sentí su resistencia. Carmen me cogió de los hombros y me echó a la cama mientras ella hacía lo suyo. Ella fue directamente a mi pubis, sentí su nariz paseándose y luego su lengua haciendo su trabajo. Me sorprendía de su habilidad, sentía que alrededor de mi clítoris ella jugaba a sus anchas, iba alrededor de él y luego bajaba con la nariz hasta la puerta de mi vagina. Sentí su lengua tratando de entrar a mi agujero imponiendo presión. Yo gemía de desesperación, y aunque Dante había sido un desastre, la mirada fija de él en nosotras me excitaba todavía más. Había una parte de mí que deseaba estar a solas con ella y había otra parte que se sentía estimulada por la mirada fija de un hombre que yo detestaba y que, sabía, se estaba masturbando mientras nos miraba.
No esperen que les hable de dildos o de penetraciones con objetos, esa noche Carmen tuvo mi cuerpo para enredarse en él y yo el suyo, sus piernas y las mías se entrelazaron y mientras con la mía yo rozaba su pubis, ella hacía lo mismo con el mío. Nos frotábamos como animalitos y gritábamos como locas. Nuestros movimientos se hicieron más fuertes y más rápidos. Yo sentía sus tetas contra las mías y mi pubis contra el suyo, también sentí sus manos en mi trasero apretando mis glúteos y apartándolos como si buscaran apoderarse de mí, yo por mi parte abrazaba su espalda apretándome contra ella como si con un pene invisible la pudiera penetrar. Llegamos al orgasmo juntas, o al menos así lo recuerdo, y luego nos abrazamos más y nos seguimos tocando y besando. Yo no lo imaginé unos minutos atrás, pero ese día Carmen y yo nos hicimos novias. Así que, supongo que debo decir que esto fue sólo el principio de una historia.
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domingo, 13 de diciembre de 2009
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1 comentarios:
Wooooowwwww.... experiencias de facultad... la vida universitaria.... el placer lesbico... mmmmmmm que buen texto.... me hizo moverme de mi silla... mejor dicho... me hizo moverme en mi silla.....
besos
S.
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