Ayer estuve en la calle todo el día, entre otras cosas tuve que ir a hacer unos papeles para un viaje, tenía que renovar mi pasaporte austriaco… creo que no les he contado muy bien quién soy, qué esa sea mi próxima entrada. El asunto es que a los de por allá (o sea a los que no necesitan pedir visa) nos tratan como a reyes, tienen una salita especial, linda, muy abrigadita en invierno y muy fresca en verano y siempre te atienden sin esos vidrios de por medio tan insoportables. Normalmente me atiende un chico alto y buena onda o una señora bastante mayor que, aunque no ha hecho mucho para eso, me cae pésimo.
Pero ayer me sorprendió ser atendida por una mujer hermosa. Alta, de pelo y ojos castaños, delgada pero con suficientes carnes como para disfrutar mirándola caminar, tenía un poto redondito y maravilloso que me mostró las dos veces que se fue de la habitación a preguntar un par de tonterías, y aunque no tenía tetas grandes, parecían hechas para ser sostenidas por mis manos sin esfuerzo y con placer. Más de una vez la vi hablar sin poder prestarle atención, estaba tan distraída con esos labios sin pintar pero de un rosa intenso que me tenía medio estúpida. En un momento ella se dio cuenta de mi cara de estúpida y se detuvo a sonreírme. No podía estar segura de si era coqueteo o simplemente esa tonta actitud femenina de ser extremadamente amable sin necesidad (aunque las austriacas no exageran con eso). En un momento me hizo una pregunta, algo como “¿y cuándo piensas viajar?” y yo me quedé mirándola de frente, inclinó la cabeza como queriendo repreguntar y yo no lo pude evitar y le pregunté en mi pobre alemán “¿cómo te llamas?”. Fue entonces que no me cupo duda, me sonrió inclinando la cara como para mostrarme mejor sus enormes ojos y me dijo “Anna, pero tú me puedes llamar Anita”.
Yo, que con los hombres no pienso antes de actuar, con las mujeres me agarra un pavor estúpido que no me deja actuar, así que luego de su obvio coqueteo me llené de nervios y no me atreví a dirigirle la mirada de nuevo.
Luego de la embajada salí para comer una hamburguesa en Bembos, una cadena de comida rápida del Perú (que me encanta). No había recibido mi pedido todavía, cuando veo a Anita entrando con un compañero. Ni siquiera me miró, y se sentó en una mesa mientras el que la acompañaba se acercaba a hacer el pedido. Yo me puse tan nerviosa que subí al baño a mojarme la cara antes de que me llamaran para darme mi comida. Entré, me mojé la cara y luego entré a mear. Cuando abrí la puerta Anita estaba en la puerta, mirándome con una sonrisa pícara. Sin ningún pudor me empujó cerró la puerta detrás de sí y me empezó a besar. Nada de esa pasión abrupta de la que se enorgullecen algunos hombres, ella me besó despacito, como comiéndose mi boca, saboreándola. Yo estaba todavía demasiado aturdida como para entender qué estaba pasando cuando empecé a sentir su mano jugando en mi espalda debajo de mi blusa. Sin darme cuenta, tenía su cara entre mis tetas y su nariz olfateaba profundamente mi olor mientras sus manos levantaban mi falda y se dirigían a mi trasero, sus manos se encontraron con mi ropa interior y la pasaron por alto casi como si no existiera, podía sentir sus uñas ligeramente crecidas y cuidadas buscando el agujero de mi trasero. Luego sacó la mano, se metió un dedo a la boca y lo regresó a mi ano, y mientras me besaba metía su dedo tan profundamente que yo solté un gemido enorme. Luego sentí otro dedo adelante que buscaba que me volviera loca.
Lamentablemente el placer no duró mucho, de repente se detuvo, saco sus manos de mí, me dio un piquito amoroso y me sonrió. Cogió una tarjeta de su bolsillo y me la dio. Luego salió del baño con la misma rapidez con la que entró. Yo hasta ahora no salgo de mi asombro, cuando bajé a comer ella ya no estaba y mi hamburguesa esperaba por mí. Honestamente no sé ni a qué supo, me la comí casi sin pensar, no sabía qué hacer y estaba tan excitada que no soportaba mi propio cuerpo. Esa mujer me había prácticamente violado y luego me había dejado con ganas de más. Tenía que tirar con alguien, y tenía que hacerlo lo más pronto posible… ¿qué hice? Mmm eso se los cuento mañana.
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jueves, 3 de diciembre de 2009
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1 comentarios:
Ojalá todas las cosas sucedieran asi de sinceras y de sencillas.Me guusto mucho.
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